QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

martes, 28 de enero de 2014

LA COCINERA DE HIMMLER. Franz-Olivier Giesbert



No sé lo que más me sedujo de esta novela, si que su protagonista tuviese ciento cinco años, o que el nombre de Himmler apareciese asociado a la palabra venganza. El caso es que cogí el libro con la sensación de encontrarme con una historia diferente y atractiva.
Claro que lo primeros temores aparecieron cuando mostraba ciertos rasgos de similitud con El abuelo que saltó por la ventana y se largó y si es cierto que aquella me sorprendió y agradó de principio a fin, no estaba dispuesto a admitir de nuevo la misma fórmula narrativa.
Por no hablar de los adjetivos calificativos que se usaban en la publicidad para atraernos a su lectura. Todavía estoy dando vueltas al término "hilarante" con que se definía la novela (que nadie dude que sentido del humor tengo el suficiente como para sonreír, y reír si llega el caso, leyendo con destacada facilidad).
Eso sí, no voy a negar que es "divertida", "osada" e "inteligente", pues son características que pueden definirla de principio a fin. Y  es que Giesbert logra crear una atmósfera tal que se hace, una vez conoces a Rose, imposible dejar la lectura, apartar la mente de una historia que se va construyendo con fuerza y tesón, traspasando el espíritu de la protagonista a quien tiene el libro entre sus manos.
Con una lectura envolvente se van sucediendo los distintos acontecimientos (el genocidio armenio, los horrores del nazismo y el maoísmo), mientras se nos presentan unos personajes ante los cuales no puedes quedarte al margen. De inmediato te posicionas, te sirven de apoyo o te entra un espasmo que bien se podría definir como ese rechazo visceral ante quien ha cometido las mayores barbaridades, ya sean estas a nivel doméstico o social.
Aunque uno de los logros más destacados del autor es conseguir que siempre estés alerta, pues aunque en más de una ocasiones puedes imaginar lo que va a suceder, hay otras en las que la sorpresa te domina y las imágenes que se imprimen en tu mente son más duras de lo que piensas unas líneas antes. Giesbert logra que la imaginación vaya, en muchas ocasiones, más allá de lo narrado, haciéndote partícipe de esas situaciones que aparecen de repente y ante las cuales poco puedes hacer. Imágenes que no siempre son dramáticas, al contrario, pues la invitación al juego erótico, o simplemente al sexo repentino, permite que la novela discurra por caminos inesperados.
Rose no solo posee la fuerza necesaria para sobrevivir, sino que hace de la alegría esa fuerza extraordinaria que le permita evadirse de los momentos más duros. Sin olvidar el importante motor que es la venganza que, en su caso, se toma bien fría.

jueves, 23 de enero de 2014

EL ÁRBOL DEL AHORCADO Y OTROS RELATOS DE FRONTERA. Dorothy M. Johnson




Quien no tenga presente ante este título la película protagonizada por Gary Cooper, María Shell, Karl Malden y Ben Piaza, no sabe lo que se pierde y, como mínimo tendría que plantearse, tras leer este libro, ver sin mucho tardar el filme.
Está claro que, al menos a mí y como sucedía con el anterior título de la Colección Frontera de la Editorial Valdemar Centauros del desierto, fue el recuerdo de la película la que me atrajo nada más tener el libro en mis manos. No leí el primer volumen de la mencionada colección, y de la misma autora, Dorothy M. Johnson, Indian Country, pero tengo claro que no tardaré mucho en hacerme con sus páginas. 
Y es que la autora sabe como nadie recrear los escenarios y los personajes del Lejano Oeste, pero dotando a sus relatos de una profundidad y una humanidad que nada tiene que ver con las novelas del Oeste a las que muchos nos acostumbramos. 
Sí, claro que hay armas, indios, frontera y sheriff, pero que nadie busque gran cantidad de tiros. Dorothy M. Johnson refleja perfectamente esos ambientes tantas veces observados delante de la gran pantalla, pero, por encima de todo, logra transmitir la psicología de los personajes que los habitan. Unos personajes que no se conforman con transitar por las páginas del libro contándonos su trayectoria en la propia historia narrada, sino que las relaciones entre ellos se va profundizando a medida que se avanza en cada uno de los relatos.
Con una prosa ágil, con frases cortas y un perfecto dominio de los diálogos, la autora nos traslada de inmediato a un universo en el que descubrimos con sorpresa que las mujeres y los niños tienen un protagonismo que no podíamos imaginar antes de comenzar la lectura.
Llamativo resulta que el relato que da título al libro, al contrario de lo que estamos acostumbrados, aparece en último lugar, lo que nos permite a los lectores recorrer un amplio camino antes de acceder, al menos, repito, en mi caso, al texto que nos atrajo a la lectura. "La hermana perdida", "La última bravata", "Bandido improvisado", El hombre que conoció a Bucksin Kid", "El regalo junto a la carreta", "Tiempo de grandeza", "Diario de aventura", "La historia de Charley" y "La squaw de la manta" preceden con maestría a "El árbol del ahorcado".
Seguro que si este libro apareciese ahora algún iluminado la señalaría de inmediato como "literatura de mujeres" no tanto por el sexo de la escritora, sino por el protagonismo que aquellas alcanzan en todas sus páginas. Un protagonismo de mujeres duras, luchadoras y, por encima de todo, supervivientes en un mundo hostil que parecía estar hecho solo para héroes masculinos.
Sí, El árbol del ahorcado fue el relato que me atrajo, pero los relatos precedentes están a su altura a pesar de su menor tamaño, aquel  con sus 117 páginas casi habría que tratarlo más como novela de breve que relato grande. No obstante debo decir que al leerlo muchas de las imágenes del cine han aparecido ante mí con una nitidez tan clara que pareciera más cine que literatura.

sábado, 18 de enero de 2014

DOCTOR SUEÑO. Stephen King



Todos tenemos etapas de nuestra lectura en las que un mismo género nos atrapa. Leemos con avidez aquellas novelas que se ajustan a nuestro gusto y en las que buscamos llegar más allá, como si buscáramos la narración perfecta capaz de colmar nuestras ansias de abarcar el género en cuestión.
No sé si existe un momento concreto en el que la  novela de terror se superpone a otro tipo de lecturas, cuando se rastrea todo lo que huela a pánico, a inquietud, todo lo que pueda perturbar y acercar a ese miedo que todos tenemos dentro.
Tengo claro que Poe, Lovecraft e incluso Bécquer me atraparon de tal manera que siempre parecen despertar cuando una página huele a horror, cuando un nuevo libro se presenta como la antesala no del infierno, pero si de unos futuros momentos en los que lo paranormal estará asegurado. Después llegaron Rice, Koontz, el redescubrimiento de Stoker y, sobre todo, Stephen King. 
Como dejar de nombrar a It, Carrie, La zona muerta, Cujo, Christine y un montón de títulos más que acompañaron una adolescencia que buscaba más las emociones fuertes en la literatura que en el cine.
Pero claro, fue este, en los primero años de la década de los 80 el que se encargó de ofrecerme a un Stephen King inolvidable gracias a ese Resplandor que acompañó mis noches mucho más de lo deseable. Claro que busqué de inmediato la fuente y acudí al libro (que por cierto encontré en mi propia casa bajo el nombre de Insólito esplendor, nunca supe que había llamado su atención a mi madre a la hora de comprarlo), pero no pude apartar de mi mente la imagen de Jack Nicholson dando vida al escritor Jack Torrance y a Danny Lloyd la de su hijo Danny.
Y es que hay imágenes que, con el paso de los años, no han desaparecido de mi mente (ni siquiera volver a verlas han suavizado su impacto). Como no poner banda sonora a un hotel de pasillos eternos simulando la carrera del propio Danny con su triciclo rojo, como no desviar los ojos como el propio Jack cuando alguien nos habla a través de una puerta blanca mientras falseamos la voz.
Por no hablar de las referencias a La máscara de la muerte roja del Poe que seguía y aún lo sigue siendo hoy, uno de mis libros de cabecera. 
Así que no debe resultar extraño que cuando el propio Stephen King anunciaba un libro en el que Danny Torrance iba a ser protagonista, una secuela de El resplandor al fin y al cabo, me preocupase en saber a ciencia cierta el día en que iba a salir al mercado en castellano.
No sé muy bien porqué, no tenía la sensación, como en otras  novelas, que faltaba algo por contar, ni siquiera soñé con lo que sucedía al acabar el libro. Pero la tentación era tan grande como la excitación de saber qué fue de Danny y Wendy tras abandonar el Hotel Overlook.
Y eso es lo primero que resuelve Stephen King, la infancia de Danny en Florida con su madre y como Dick Hallorann, aquel cocinero de color, le enseñaba a dominar su don.
Y por supuesto la novela, inquietante y subyugante al máximo, explorando lo paranormal de la mejor manera posible, mostrando a Danny el filo de ese cuchillo que está a punto de cortarle. Y con el al lector que observa en silencio, tratando de no entorpecer, de que ninguno de "ellos" se fije en él.
Una novela arriesgada y peligrosa, pero en la que King y los recuerdos salen airosos de tal manera que las 600 páginas se evaporan en un suspiro, aunque sería mejor decir en una exhalación, pues el suspiro corre el peligro de ser demasiado escandaloso.
Como corro el peligro de desentrañar la novela solo voy a decir que el Danny adulto, y alcohólico, sigue azotado por las visiones y que aunque ha logrado dominar su don no ha conseguido que estas desaparezcan. Cuando Abra Stone, una niña con poderes que necesita su ayuda, se  cruza en su camino la acción se desborda de tal manera que  no podemos, ni queremos, evitar vernos sumidos en ella.

viernes, 10 de enero de 2014

EL FRANCOTIRADOR PACIENTE. Arturo Pérez-Reverte



Con Arturo Pérez-Reverte, mejor dicho con su narrativa, me une una pasión amor-odio que no es nada fácil de explicar. Reconozco que no he leído todos sus libros, pero sí un número importante de ellos que permiten que mis apreciaciones no se basen en conjeturas y sí en las sensaciones que me han ido transmitiendo.
Hablo de amor-odio cuando he encontrado libros que me han entusiasmado, enganchándome desde la primera línea y permitiendo que fuera partícipe de una aventura sorprendente y otros en los que en un momento de la lectura, curiosamente al final de ella, me he sentido defraudado, como si el escritor no hubiese  ofrecido todo su potencial.
Antes de nada resaltar el dominio que tiene Pérez-Reverte del lenguaje, el perfecto manejo de un castellano del que sabe sacar buena parte de su riqueza. Y, junto a él, la creación de una trama consistente, trabajada, en la que todos los cabos se ajustan demostrando que para escribir se debe exigir un trabajo que da sus frutos a la hora de lograr que el lector descubra un universo creíble aunque se desconociese de él casi todo.
Este es, sin duda, uno de los méritos más destacados del libro, no solo acercar al lector a un mundo del que desconoce casi todo, sino que éste penetre de tal manera que, en muchas ocasiones sienta parte de las sensaciones que buscan sus protagonistas. En mi caso  además de desconocer todo lo que sucede en el mundo del graffiti, era un mundo que únicamente me atraía en el momento que aparecían noticias relevantes de alguno de sus artistas más representativos o cuando alguna de sus huellas se presentaba frente a mí.
Pero el caso es que una vez abrí el libro, y no en las mejores condiciones, pues viajaba en autobús a unas horas en las que la luz requerida era la artificial, no pude separarme de su trama, de sus personajes  y de los distintos escenarios en que se desarrolla. De inmediato acompañé a Lex en su búsqueda, observando todo aquello que iba apareciendo y días antes había pasado inadvertido.
Es posible que dentro de unos años me cuesta recordar parte de esta novela, puede incluso que no sea de las mejores de Pérez-Reverte (hay ocasiones en las que pienso que es su novela más juvenil y que más puede aportar a lectores de esas edades en las que lo que más cuesta es leer un libro), pero tengo claro que cada vez que me pare a observar un graffiti me acordaré de la historia de Sniper y de todos esos "artistas callejeros" que han dejado su impronta en las páginas del libro. 
Una novela entretenida, de lectura ágil, en la que el escritor demuestra su compromiso con la historia narrada y nos logra transmitir parte de la esencia del graffiti (no se conforma con darnos datos, sino que estos forman parte de la propia narración).