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domingo, 1 de diciembre de 2013

KIOTO. Yasunari Kawabata



Recurrir a grandes escritores cuando uno se encuentra en plena zozobra literaria (los grandes y largos viajes en avión te obligan a que las lecturas sean tan cómodas que exijan un esfuerzo menor) suelen traer su recompensa.
Aunque no debería extrañarme, es cierto que cerrar un libro y sentir la sensación de mantener viva una historia con mayúsculas, es algo que, por desgracia, no ocurre todos los días, pero sucede muy a menudo cuando acudes a una serie de escritores que, nunca entenderé porqué, siguen apareciendo en un segundo plano.
Uno de los casos más llamativos es el de Yasunari Kawabata, autor entre otros de Lo bello y lo triste, El rumor de la montaña y País de nieve. Premio nobel en 1968 y que en nuestro país ha sido editado casi en exclusividad por la editorial Emecé.
Y es que con Kawabata se produce ese extraño efecto de que la historia pase a segundo plano, no por ello deja de ser atractiva y consecuente, en favor de una narración, de una estética soberbia, con una profundidad que en ningún momento se convierte en opresiva, muy al contrario, la lectura parece flotar sobre un mar de palabras en las que cobra sentido de inmediato la naturaleza, los estados de ánimo y, porqué no, la seducción de la soledad y unas dosis nada desdeñables de erotismo.
De nuevo encontramos las disputas internas que oculta la prosa de Kawabata, el enfrentamiento, por decirlo de alguna manera, entre la juventud y la vejez (representados por Chieko y su padre), la naturaleza serena y la salvaje (de nuevo Chieko frente a su hermana Naeko), lo urbano y lo rural, la tradición frente a la modernidad. El autor japonés logra acercarnos a los detalles más insignificantes, a los movimientos más tenues, para percibir con toda claridad todo lo que sucede alrededor de los personajes que protagonizan la historia. Miradas, roces, colores, sonidos, incluso sentimientos, aparecen bajo la prosa de Kawabata dibujados con la maestría necesaria para que el lector no solo sea consciente de ello, sino para que los sienta como propios.
Una lectura pausada, es imposible no sucumbir al ritmo que el autor propone, que transmite tanta paz como belleza, logrando que la melancolía que despide a raudales se recomponga en vitalidad. Sin duda alguna una de las mejores maneras de penetrar en ese universo casi mítico de la cultura oriental en general y de la japonesa en particular, pues aunará la belleza estacional de la naturaleza y el eterno debate sobre tradición y modernidad.

2 comentarios:

  1. El comentario de la novela de Yasunari Kawabata me ha hecho recordar la novela que leí de este autor, "Una grulla en la taza de té"; la leí probablemente cuando le dieron el premio nobel y me queda la impresión que reflejas en el comentario: una novela muy costumbrista y detallista, sencilla de leer; normalmente me cuesta mucho leer a los orientales, pero de Kawabata guardo un buen recuerdo; quizás sea momento de rotomarlo... LUIS NUEVOS RUMBOS

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  2. No lo dudes. Tú has despertado mi curiosidad con el libro que mencionas, lo tuve en mi mano en un par de ocasiones, pero como siempre, lo dejé para más adelante. No dudes que algún día lo leeré.

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