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miércoles, 6 de noviembre de 2013

SEÑORAS Y SEÑORES. Juan Marsé



Hay novelistas, grandes novelistas, que cuando cambian de registro y se acercan al mundo de los apuntes, las columnas de opinión, o al entorno periodístico, no demuestran la destreza narrativa propia de sus libros. Sí, claro que tienen seguidores y sus opiniones son tenidas en cuenta, pero esos textos, generalmente de pequeño tamaño están muy por debajo de la calidad que atesora su pluma.
No es el caso de Juan Marsé, o al menos no lo es si nos atenemos a los retratos que encontramos en este libro, esos retratos aparecidos en las décadas de los 70 y 80 del siglo pasado (salvo dos últimos que merecen ser tenidos muy en cuenta) y que, en su mayor parte, siguen estando de actualidad.
No sé muy bien porqué, seguro que por su aporte de cercanía en el tiempo, no me pude resistir a comenzar el libro por el final, por el último de los textos con que Marsé logra ilustranos. Los dos últimos, además de ser los más actuales (dedicados al Artur Mas y María Dolores de Cospedal), son los que más espacio dibuja el autor en sus descripciones. Y puedo asegurar que son esos dos solos los que me despertaron el deseo irrefrenable de leer los otros cuarenta y uno, de descubrir no tanto la visión del autor de Últimas tardes con Teresa o Rabos de lagartija, sino la perspectiva con es capaz de mostrarnos los retratados.
Y es que Juan Marsé , con un perfecto dominio del lenguaje y el trazo firme de su narrativa nos acerca a cada una de las 43 figuras sin necesidad de ver más imágenes que las que ofrece sus palabras. Ese lenguaje ácido, cáustico nos adentra en el mundo de la descripción perfecta, capaz de recoger los guiños, los gestos y las manías de esos personajes a los que el autor ha sabido trasladar, antes a las revista "Por Favor" y el diario "El País", y ahora a este pequeño libro.
Con un perfecto manejo de la ironía, un poco de pasión y una buena dosis de mala leche Marsé nos hace disfrutar con cada una de las imágenes que nos ofrece, haciéndonos pasar del asombro a la sonrisa en la misma línea. Además nos ofrece una notable lección de la forma correcta de escribir, aquellos que quieran aprender (algunos aún estamos a tiempo) tienen en cada retrato una buena lección. Y si no, compruébenlo ustedes mismos:

  "La boca musculosa y risueña, el mentón sólido, la nariz recta, los ojos oscuros y burlones, las cejas espesas. El diseño de la cara no es dulce, y sin embargo, la expresión lo es. Resabios de un temperamento reflexivo y burlón configuran el gesto y la mirada."

O en este otro:

   "El maxilar cuadrado y ligeramente popeyesco va siempre un paso por delante de la mirada estreñida: el paso largo y la vista corta, he aquí un problema para cualquier conductor de multitudes, sobre todo si maneja un timón más decorativo que funcional."

El primero nos acerca al rostro de Carmen Maura, mientras en el segundo las facciones dibujan a un Artur Mas al que, como dije antes, dedica más espacio que a los anteriores retratados y retratadas.




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