QUÉ LEO HOY:

QUÉ LEO HOY: Sugerencias, debate, crítica, opinión...

domingo, 31 de marzo de 2013

CALLE DE LOS LADRONES. Mathias Énard



Descubrí a Mathias Enard cuando me propuso, a través de su libro Habladles de batallas, de reyes y elefantes, volver a Estambul, a la Constantinopla de mayo de 1506, en compañia del pintor Miguel Ángel. Encontré un escritor brillante, que tenía bien claro lo que pretendía a la hora de escribir y, lo que es más importante, a la hora de pensar en el lector. Sus apenas 180 páginas me encantaron y me atraparon en una segunda lectura, más pausada y sosegada, que me demostraba que había encontrado ese narrador con el carisma suficiente para seguirle la pista. 
Han pasado dos años y, casi sin percatarme, he leído su nueva novela. Una narración vital, en la que, como en la anterior, el viaje acompañará a su protagonista y será una ciudad mediterránea donde se centre la historia. Estambul dará paso ahora a Tánger, en un primer momento, y Barcelona, después. Y el genio de Miguel Ángel Buonarroti cederá el testigo a Lajdar, un joven marroquí que nos indicará el camino por la calles de ambas ciudades a través de un viaje iniciático del que seremos testigos principales.
Hay mucho de juventud, de actualidad, de choque cultural; el joven protagonista conocerá de primera mano el fundamentalismo islámico mientras cantos de sirena le señalan cómo es el mundo occidental de la Europa del siglo XXI. Pero en su mente, y en su experiencia, se sentirán los distintos momentos de la llamada primavera árabe (las nuevas tecnologías le harán partícipe de lo sucedido en Túnez, Egipto, Siria o el mismo Marruecos), mientras no será ajeno a los movimientos de los "indignados" en España.
Enard construye una historia humana, donde los protagonistas van evolucionando bajo la influencia de sus circunstancias, una historia de amor y violencia en la que la pérdida de la inocencia será la puerta que hay que traspasar para ser testigo de lo que acontece.
Quizá lo más significativo, además de las vivencias de Lajdar, es que estamos ante una novela de difícil clasificación: hay mucho de novela negra, de aventuras y novela de iniciación. La intriga, el misterio que parece esconderse en la página siguiente crea esa atmósfera que nos sitúa en la primera de esas clasificaciones; las peripecias por las que pasa el protagonista son, a todas luces, componentes principales de la novela de aventuras; y ese viaje iniciático, de crecimiento personal, que recorre Lajdar, hace, junto con el multiculturalismo, una opción que el lector baraja desde las primeras páginas.
Hay además repetidas referencias a la literatura, desde la novela negra que lo acompaña durante buena parte de su vida, hasta esa literatura de viaje que nos aporta nombres como Paul Bowles, William Burroughs o Ibn Battuta. Pues será ese viaje el que actuará como el motor literario para que la novela cobre trascendencia a medida que se van sumando sus páginas.
Pero lo más significativo, además de que sea Lajdar quien nos hable en primera persona, es su evolución personal -y con él la de la narración-, desde un inicio lleno de picaresca que atrae al lector a ese universo exótico que a veces simbolizan ciertas ciudades de Marruecos y buena parte de hedonismo que parece caracterizarle, para convertirse posteriormente en una tragedia personal significativa. No tanto por la pérdida de sueños, sino por la resignación que trasmiten sus palabras (esa especie de pérdida de juventud que también transmite el final extraño de la llamada Primavera Árabe y los movimientos "indignados" de España) y la sensación de sentirse un apátrida.

jueves, 28 de marzo de 2013

LÁGRIMAS EN LA LLUVIA. Rosa Montero



Para un adolescente de principios de la década de los ochenta del siglo pasado la película Blade Runner supuso un antes y un después. Se presentaba ante nosotros un mundo que apenas sí habíamos imaginado en traducciones de novelas americanas en las que se vislumbraba un futuro lleno de avances tecnológicos.
Sí, es cierto que "La guerra de las Galaxias" había variado nuestra mentalidad y que abrió una puerta nueva a nuestra visión del universo, pero el Harrison Ford, Rick Deckard, de "Blade Runner" era algo más, era el futuro, pero en la tierra. Es cierto que intentamos, quienes además del cine disfrutábamos de la lectura, ahondar más allá y sumergirnos en la mente de Philip K. Dick y su ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, pero fue en vano, el cine había creado en nosotros un espacio que difícilmente podía ocupar la literatura.
Luego muchas lecturas empezaron a llenar algunos vacíos, pero siempre había un carga emocional que parecía impedir que esa parcela de la ciencia-ficción se cubriese del todo.
Hasta que llegó Rosa Montero, entusiasta también de "Blade Runner", y nos recuperó los replicantes y esa atmósfera que tan magníficamente supo plasmar Ridley Scott en su película.
Y hablando de atmósfera, Rosa Montero la crea de tal forma que el Madrid de 2109 que aparece en su novela se hace real desde la primera página. Hay cierto sosiego (en comparación con el antecedente cinematográfico) y un tratamiento creíble de la situación, no en vano se siente la experiencia acumulada en más de tres décadas. El agua es un bien escaso, el teléfono móvil dirige la vida y la economía, el aire limpio está revalorizado en extremo y un largo etcétera que autentifica la historia, que logran crear un ambiente propio y real.
Hay, además, una marcada huella de la pasión que la autora tiene por "Blade Ranner". No solo porque la narración sea apasionante, sino que cada frase, cada párrafo transmite esa sensación de estar viviendo en el mundo que aparece en la película.
Aunque eso sí, el mayor logro de la novela se encuentra en su protagonista, Bruna Husky, la tecnohumana que, como el replicante del film (interpretado por Rutger Hauer) tiene una fecha concreta de caducidad. Por cierto, cuesta mucho despejar de la mente la imagen de la rep interpretada por Daryl Hannah, pues las primeras descripciones te acercan a la imagen que de ella tienes en la memoria.
Lágrimas en la lluvia es una buena historia contada bien, que por supuesto debe mucho, o todo, al cine, pero con una trama bien construida y con la intriga necesaria para que el lector sienta la necesidad de comprobar en qué acaba. Particularmente en ningún momento me he sentido ajeno a la lectura, ni siquiera he sentido que algo faltaba, he seguido los pasos de la detective Husky, he sentido su violencia, su miedo e, incluso, la ironía de muchos de sus actos.
La acción trepidante que nos envuelve se interrumpe repetidamente con la aparición de unos informes "clasificados" que antes que romper la narración lo que hacen es autentificarla, ya que a través de ellos el lector conocerá la situación del planeta, la historia y los acontecimientos que han creado el presente en que discurre la historia. Hay aquí un notable aporte crítico de la autora que incide en una situación caótica causada por el hombre

miércoles, 27 de marzo de 2013

BAGHERIA. Dacia Maraini



La novela autobiográfica suele aportar verdaderas joyas narrativas. Sobre todo cuando nada se tiene que demostrar y se escribe por el simple hecho de narrar los recuerdos. Es cierto que la memoria tergiversa parte de la realidad y que el escritor la adultera aún más.
Será por eso que en muchas ocasiones, como es este caso, dichas memorias se convierten en una lectura sumamente agradable e intensa, como suelen ser dichos recuerdos.
En esta ocasión la autora, Dacia Maraini, una reconocida escritora italiana, nos traslada a la población siciliana que da titulo al libro, y lo hace a través de una niña superviviente de un campo de concentración japonés. Esa mirada infantil, curiosa y atenta a lugares, personas y recuerdos se va engrandeciendo a medida que la memoria se asienta. Hasta tal punto que se convierte en una reconstrucción del aprendizaje ante los más diversos aspectos de la vida.
La autora no huye de la crudeza de algunas descripciones, ni tampoco de la crítica ante la corrupción y los abusos que han cercenado a Bagheria de su "alma". Se sumerge en la propia historia de la isla para narrar, en la ciudad para recuperar el esplendor de los palacios y las casas señoriales, pero es sobre todo con la memoria, con su propia memoria, con quien arma cada uno de los capítulos que componen el libro.
Con un lenguaje refinado (mérito también del  traductor), un profundo manejo de la ironía y la perfecta fusión de nostalgia y curiosidad, Dacia Maraini logra trasladar al lector los colores de la tierra y el pueblo, los olores de cada uno de sus rincones y los sabores de los primeros escarceos amorosos.
Pero quizá lo más llamativo sea que en ningún momento el lector siente que esté ante una narración personal, es como si la autora compartiese la memoria de todos los habitantes que en algún momento han vivido en Bagheria. Y por si todo eso fuese poco quien accede a sus páginas termina con la sensación de haber estado en el pueblo físicamente.

martes, 26 de marzo de 2013

EL LIBRERO. Régis de Sá Moreira



Debo reconocerlo, este libro, este librero, me sedujo antes de verlo, antes de que sus páginas estuviesen frente a mi. Y es que fueron algunas de sus palabras, de sus frases -lanzadas a modo de anzuelo por parte de Demipage, la editorial- las que lograron crear en mí una ansiedad tal que esperaba con muchísima impaciencia su salida.
Así que no es difícil imaginar los nervios cuando lo tuve por primera vez en mis manos, cuando la taza humeante parecía transmitir el calor de la tisana. Y esa extraña sensación que hacía tiempo no experimentaba ante la llegada de un libro se apoderó de mi hasta tal punto que tuve que hacer grandes esfuerzos para guardar el libro para leerlo después, con tranquilidad.
¡Qué decir de un libro que parece apoderarse de tí! Que te atrapa de tal manera que parece pertenezcas a sus páginas. No tanto porque comparta profesión con el protagonista, que ya de por sí es buen motivo, sino por que respira libros por cada una de sus páginas.
Régis de Sá Moreira ha logrado que los libros aquí tengan vida, que se comuniquen con el librero y que hablen de los temas más dispares, que tiemblen y se alegren según quien se acerque a ellos. Claro que el librero es especial, lo ha de ser por fuerza alguien que vive en su librería y lo hace las 24 horas del día, los siete días a la semana, alguien que se niega a "vender basura" y que espera a sus clientes en una mesa semiescondida al fondo, tras las entanterías.
Con una prosa ágil, una destreza narrativa envidiable y un tono surrealista que logra que la comisura de los labios se eleven considerablemente, el autor nos ofrece el universo que supone una librería con vida propia.   Un libro que  mezcla ficción y realidad de manera genial, que sorprende y crea un clima de complicidad con el lector. Con unos diálogos tan increíbles que invitan a releerse una y otra vez. Y es que "la literatura es el lugar donde todo es posible", aún así sorprenden muchas de las situaciones, de las reflexiones y, como no, las formas tan originales que tiene el librero de organizar los libros.
El librero atesora muchas de las virtudes que parece ya no importan de los libros, despierta esa pasión por sus páginas, por sus formas, por esa sensación de detención del tiempo, de recogimiento, pero también de alegría, de humor desenfadado, inteligente.



lunes, 25 de marzo de 2013

OJOS DE AGUA. Domingo Villar



A los amantes de la novela policíaca nos encanta encontrar nuevos "héroes", nuevos personajes que protagonicen esas historias en las que se busca descubrir al criminal. No sabría decir si por variar de personajes o por autentificar que pocos hay mejores que los que seguimos fielmente. El caso es que si encontramos ese personaje carismático, único, casi intransferible, con la fuerza suficiente como para  formar parte de nuestro círculo de preferidos lo agarramos con tanta fuerza que parece tenemos la obligación de leer todo aquello que protagonice.
Salvo Montalvano, Kostas Jaritos, Pepe Carvalho, Guido Brunetti, Rubén Bevilacqua y Carl Morck ya tienen su representante en Vigo: Leo Caldas. Un inspector de policía solitario y melancólico que nos presenta una Galicia diferente a la que estamos acostumbrados a visitar.
Aunque esta fue la primera novela publicada de Domingo Villar la leí después de disfrutar, y mucho, con La playa de los ahogados. Una novela, y un personaje, que me sedujeron desde las primeras páginas. Así que no dudé, después de un tiempo prudencial, volver a disfrutar de las peripecias de Leo Caldas.
Domingo Villar crea una novela que despierta todos los sentidos, pues a la vista y el tacto de estar en contacto con el libro, se une el olfato gracias a los olores del mar que continuamente nos acompaña, el gusto gracias al disfrute gastronómico del protagonista y al oído tanto por el acompañamiento de la lluvia durante buena parte de la novela,  la música que, de una manera o de otra, se va escuchando y la radio en la que participa Caldas.
Pero crea, además, una trama inteligente, con una perfecta ambientación que logra situarnos en cada uno de los escenarios y un compañero de viaje de nuestro protagonista, Rafael Estévez, que es justo la antítesis del inspector y, por lo tanto, llena los espacios que este deja vacíos.
Una novela entretenida, llena de misterio y en la que  cada capítulo se inicia con el juego de presentarnos una palabra con varias definiciones que hacen que dudemos qué significado va a tener en el propio libro. Y en la que somete al lector a la necesidad de prestar toda la atención necesaria para seguir cada uno de los pasos de su protagonista e intentar ayudar a resolver los enigmas que plantea el caso.

domingo, 24 de marzo de 2013

BRÚJULAS QUE BUSCAN SONRISAS PERDIDAS. Albert Espinosa



Reconozco que no he leído ninguna de las obras anteriores de Espinosa, que a pesar de ojear un poco por encima algunas de sus páginas no lograron llamarme la atención como para sumergirme en su lectura. Por supuesto que disfrutaba de su éxito y me alegraba de que tuviese esa gran legión de seguidores (hasta esta semana no sabía que era también él responsable de una serie de televisión, o al menos del guión de buena parte de sus capítulos).
El caso es que en esta ocasión abrí la primera página del libro y comencé a leer mientras en mi cabeza resonaba esa idea, no siempre real, de que algo tiene que tener para que enganche y apasione a tanta gente. Por mi profesión he aprendido a valorar, creo que en su justa medida, que hay libros  muy buenos para ciertos lectores y a los que a otros -por prepotencia, orgullo o simplemente por creer estar por encima de los demás- les resultan indiferentes.
Y hete aquí que, una vez superada la extrañeza que provoca la profusión de puntos suspensivos que tanto usa el autor (he comprobado que no es nada nuevo en él),  las páginas se sucedieron con velocidad y lograba acompañar al protagonista, a los protagonistas, con la facilidad de quien apenas se percata de que está leyendo.
Y es que no es solo la escritura sencilla y fluida la que me ha permitido leer con rapidez, de penetrar en las diferentes historias que se solapan, sino esa capacidad que posee Espinosa para narrar una novela que parece no querer decir nada, pero que descubres, casi en cada página, que reivindica un montón de cosas.
Una novela de emociones, de verdades, de sinceridad y, sobre todo, de segundas oportunidades. Una novela que parece avanzar siempre en sentido recto, directo, dejando que el lector rellene esos caminos secundarios por los cuales no se circula. Puede que sea también el sentido de esos puntos suspensivos, el invitar al lector a que los rellene con su propia experiencia. Una novela que invita a pensar, de ahí esa etiqueta de difícil explicación en una novela.
Seguro que buena parte del éxito de la narrativa de Albert Espinosa radique en esa mano que tiende al lector, en permitirle que tome sus propias decisiones en la lectura, pero también que cada una de las imágenes que aparecen reflejadas parezcan transportadas a la propia vida del lector. Como si este hubiese vivido parte de lo narrado aunque con ligeras variaciones.
Una lectura sincera, sin subterfugios, que cuenta lo que tiene que contar sin dar vueltas y más vueltas. No es una novela familiar, aunque hay tentación de decirlo así, mas sí está cargada de las emociones necesarias como para dotar a la propia familia (más que la que aparece narrada) de un capítulo aparte aún sin escribir. Una novela que logra que, al menos mientras dura la lectura, la mente vague en pos de cómo entender la propia vida y la de quienes nos rodean.  
Si todo esto no te ha convencido tengo que decirte que hay algo que define, aunque cueste creerlo apenas llevas unas páginas leídas, este libro de Albert espinosa: es una novela optimista, que logra despejar los nubarrones de la propia historia que se narra, para mostrar la claridad de un espacio limpio y claro.

jueves, 21 de marzo de 2013

ESTADO DE EMERGENCIA. Guillermo Molina Morales



Qué mejor manera de celebrar el Día Mundial de la Poesía que hacerlo con un poemario de raza, de voz valiente y joven. No importa que su autor tenga 30 años, sino que su verso sea fresco, arriesgado, que juegue con las palabras y se atreva a alejarse de los cánones.
Cuando leí Epilírica me sorprendió su insultante atrevimiento, su descaro a la hora de construir los poemas, pero también su valentía para romper roles, para aventurarse en espacios apenas pisados, para no tener en cuenta alguna esa escritura academicista acomodada y repetitiva.
Ahora Estado de emergencia ha obtenido el "IX Premio Internacional de Poesía Claudio Rodríguez" por ser una propuesta valiente y actual, según el portavoz del jurado.
Sí, Guillermo sigue siendo valiente, arriesgado, pero parece aparcar parte de ese "gamberrismo poético", algo así alguien dijo de su primer libro de poemas, para tomar partido y enfrentarnos a los lectores  a  su visión de nuestro miedos actuales.
Claro que domina el lenguaje, incluso el poético (habría que repasar si muchos que presumen, o son considerados, poetas pueden decir lo mismo), pero es que además se permite el lujo de jugar con él, de dotarle de una vida más allá del significado de sus palabras.
Sigue siendo iconoclasta, pero asoma en su poesía un mayor sosiego (que no borra ninguna de sus características anteriores), pues no tiene que demostrar ya nada. Se nota, y mucho, que ya no estamos ante un poemario primerizo; su verso sigue salvaje, pero se ha apartado ya del desenfreno que asoma por todos los rincones de su Epilírica.
¿Poesía madura? No, y es de agradecer, pues seguro que cuando llegue arrastrará algunas de las cosas que más valoramos ahora. Eso sí, hay una evolución que, al menos de momento, no es traumática.
Aunque no le perdono que: 


Dentro de cien años

El mundo se divide en dos:
Los que llevan gafas y los que son calvos

Todos sabemos que el poder estuvo siempre con los calvos

No hace falta que recuerde las miles de humillaciones
Los insultos las vejaciones las canículas
Que hemos sufrido por su culpa

Y ya es hora de ser valiente:
¿Hasta cuándo vamos a soportar que llenen nuestras calles
Con sus innumerables peluquerías y sus centros de depilación por láser?

¿A dónde va a parar todo ese pelamen?

¿Alguien ha visto un cementerio para calvos?

A mí también me gustaría no tener miedo
Cada vez que mis hijos salen a jugar a la calle

A mi también me gustaría saber que mi niña
Va a mantener su floresta más íntima

Me gustaría creer que España puede renacer de su desmoche

Todavía podemos
Cambiar el rumbo de la historia

Tres siglos de pelucas nos contemplan




miércoles, 20 de marzo de 2013

IACOBUS. Matilde Asensi



A pesar de cierto regusto que me dejó El último Catón -una novela que consiguió atraparme, pero cuyo final no estuvo, a mi parecer, a la altura del resto de la novela-, hubo algo que me impulsó a buscar más libros de la autora. Tenía otras dos obras escritas El salón de ámbar e Iacobus. Así como el primero no pareció llamarme lo suficiente, ante el segundo noté el impulso de una lectura prometedora.
Eran los primeros años de este siglo y, debo reconocerlo, había muchas lagunas lectoras, géneros en los que apenas había ahondado y otros a los que les tenía cierto pavor. Además, el mundo de los templarios en una provincia como la mía, Soria, tenía tirón, sobre todo para aquellos que llegaban de fuera y querían saber más.
Así que no dudé en iniciar la lectura sin muchas más expectativas que pasar un buen rato. Y tengo que decir que desde las primeras páginas quedé atrapado en la novela, incluso recuerdo que busqué información adicional sobre algunos de los sucesos que se mencionaban (cosa que ahora opino desaconsejable, mientras se mantiene la lectura, ya que creo que distrae).
Con una prosa ágil, llena de buenos diálogos que impedían el aburrimiento y unas descripciones perfectas que lograban imaginarse cada uno de los escenarios en que se movía Galcerán de Born, las casi cuatrocientas páginas duraron un suspiro y me acercaron a un tipo de novela que hasta el momento veía aburrida.
Gracias a esa intriga que iba a más a medida que avanzaban las páginas, a la fuerza de cada uno de los personajes, en especial el protagonista, y a la perfecta reconstrucción de los inicios del siglo XIV, el libro se convierte en un compañero perfecto para pasar cualquier instante. Y es que Iacobus tiene de todo, intriga, misterio, historia y viajes. 
Aunque quizá lo más significativo, además de convertirse en la antesala de lo que es actualmente la novela histórica de nuestro país, es que hoy sigue siendo un libro vivo, al que acceden muchos lectores a diario. Un libro al que parece no haberle afectado el paso del tiempo y aún hoy hay lectores que siguen la ruta marcada por Galcerán de Born en el libro y realizan un viaje siguiendo sus explicaciones.

martes, 19 de marzo de 2013

MATAR AL PADRE. Amélie Nothomb



A pesar de lo que pueda parecer no existe ninguna relación, al menos conscientemente, entre hablar de este libro y el día de hoy. Es cierto que llevaba varios días encima de mi mesilla, pero fue anoche cuando acabó de seducirme. Y no es por su imagen en la portada,  pues es algo a lo que ya estoy acostumbrado.
Tengo que reconocer que llevaba mucho tiempo sin leer a Amélie Nothomb (no puedo considerarme lector de sus obras pues únicamente he leído Higiene del asesino y Antichrista), a pesar de que sus obras pasaban por mis manos con demasiada frecuencia. Llegué a pensar que muchos de sus libros se recuperaban en nuestro país después del notable éxito de alguna de sus obras, pero no, estamos ante una escritora prolífica, que publica más de un título al año. Así que es fácil entender que tenga varios libros pendientes de leer.
Pero ha sido este, el último publicado, el que me ha vuelto a ofrecer la gran escritora que es, el perfecto dominio del lenguaje, de la trama, de los personajes. Hasta tal punto que parece que estés leyendo una novela sencilla, casi demasiado sencilla. Eso sí, hasta que las páginas empiezan a sumarse, hasta que la trama, esa trama sencilla, comienza a descubrir juegos ocultos y el lector trastabilla un poco y debe poner todos los sentidos al servicio de la lectura. Y entonces se convierte en una escritura inteligente, meditada y, en más de una ocasión sorprendente.
Es quizás, esa enorme facilidad para narrar, la que logra que el lector apenas aparte la vista del libro, que la historia transcurra como en una imagen cinematográfica. Pues poco parece importar que los hechos se sucedan, que los años pasen, todo parece pertenecer a un mismo plano.
Oirán que el libro habla del mundo de la magia, es cierto cuando dos de los protagonistas son mago y aprendiz (la tercera es la mujer del primero y ejerce como madre del segundo), pero más parece la excusa necesaria, que la verdadera temática del libro.
Un libro en el que lo más importante son las relaciones humanas, el perfecto reflejo psicológico de cada uno de los personajes. Esa relación a tres bandas, en la que no es ajeno ni el mito de Edipo, que nos va situando cada vez en un plano diferente.
Una lectura agradable. incluso en el drama, en la que todo está en su sitio y nada parece sobrar, en la que el lector se sitúa detrás de esa cámara imaginaria que permite observar lo que sucede con cada uno de los tres protagonistas. Convirtiendo, además, la lectura en un verdadero juego en el que el lector no es mero espectador, sino partícipe necesario para que se desarrolle completamente.

lunes, 18 de marzo de 2013

LA FIESTA DEL CHIVO. Mario Vargas Llosa



Cuando este libro llegó a las librerías Mario Vargas Llosa ya tenía un nombre y estaba  considerado como uno de los escritores más destacados de lengua castellana. Obras como La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral o Pantaleón y las visitadoras le habían convertido en un autor seguido por millones de lectores.
Debo reconocer que este último terminó por engancharme a su lectura, a pesar de que llegó a mis manos ajado por el paso de los años y las manos sobre él. Así que no dudé en leer, también con avidez Lituma en los Andes, el que fuera Premio Planeta de 1993, y todos aquellos títulos que iba encontrando. Pero claro, siempre que uno se engancha a un autor corre el peligro de saciarse, y cambiar, si no de parecer, sí de ganas de repetir en un tiempo.
Y si encima te topas con una lectura menos gratificante que las otras, o al menos que rompa el hechizo existente hasta ese momento, pues está claro que algo pasa. Sí, Los cuadernos de Don Rigoberto me defraudaron y perdí cierto interés por la prosa de Vargas Llosa.
Así que resulta comprensible que La Fiesta del Chivo permaneciese en mi mesilla seis meses sin abrirse, seis meses en los que las críticas favorables se iban sumando y sonaban ya las voces que lo nombraban "el mejor libro del siglo XX" (no recuerdo si en nuestra lengua o en todas). 
No quedaba más remedio que leerlo, que recuperar la confianza en el escritor y sumergirme en la vida de ese general Trujillo que llenaba páginas y páginas de comentarios favorables.
Desde que abrí el libro y comencé la lectura, descubrí el error de mi obstinación y cómo estaba ante uno de los libros más destacados del autor, que venía a recuperar el prosista que me había atraído como lector. Una novela inclasificable, pues en sus páginas hay misterio, aventuras, psicología de los personajes, historia, y un sinfín de géneros que la autentifica. 
Con un lenguaje claro, unos personajes dotados de la suficiente fuerza como para ser capaces de llevar el peso de la historia, la mezcla de tiempos y voces y, por encima de todo, una trama perfectamente construida La fiesta del Chivo se ha convertido en uno de los títulos más sobresalientes del autor.
Por si todo lo anterior fuese poco, el debate entre ficción y realidad, ha seguido manteniendo vivo el libro en estos trece años. De vez en cuando se vuelven a alzar voces que así lo demuestran, olvidando que estamos ante una novela de creación, una novela histórica, que combina personajes reales y ficción, nacida de la mente de un Premio Nobel con mayúsculas.

domingo, 17 de marzo de 2013

PIONEROS DE LA CIENCIA FICCIÓN RUSA. Alekséi N. Apujtin, Porfiri P. Infántiev, Valeri Y. Briúsov y Serguéi R. Mintslov



Quizá la mejor descripción de este libro venga dada por la colección a la que pertenece. Esa "rara avis" que, sin duda alguna, va más allá de una clasificación, de una ubicación dentro de un determinado género.
Porque claro, dónde colocaríamos un libro que tiene misterio, ciencia ficción, terror y literatura clásica. Por si fuera poco, si situamos sus relatos entre 1892 y 1906, seguro que muchas de nuestras etiquetas tendrían un montón de "peros".
Eso sí, el título (me imagino que la traducción de este sea correcta) es del todo elocuente, pues está claro que si algo unifica a los cinco relatos es la ciencia ficción. Además de resultar tremendamente extraño, o será que nunca me había parado a pensar que la narración rusa tuviese a finales del siglo XIX, dichos refugios narrativos.
"Entre la vida y la muerte" de Alekséi N. Aputjin nos muestra claramente el espíritu que durante esta última década del siglo XIX acercó a escritores al simbolismo, a esa búsqueda de temas más ocultos y alejándose, aunque todavía con relativa influencia, del realismo. Estamos ante un relato inquietante, que a pesar del ambiente nobiliario ruso, parece acercarnos al mundo enigmático, al ocultismo, al acercamiento de sucesos extraños y desconocidos. O cómo si no describir al narrador del relato que no hace más que contar su propia muerte y posterior entierro.
Porfiri P. Inféntiev aporta "En otro planeta" (1896) un relato al más puro estilo de la ciencia ficción "marciana", hay que tener en cuenta que es considerado el precursor del género en su país. Una visión optimista del futuro en la que las descripciones van engrandeciendo el relato hasta tal punto que el lector  fácilmente podrá imaginarse los escenarios que narra el autor. Lo más destacado, además de la frescura del relato, serán las premoniciones de muchos objetos que hoy son de uso cotidiano, pero que a finales del XIX solo podían aparecer en la imaginación de escritores como Infántiev. Tan bien escrito y tan ágil su lectura que apenas se aprecian las más de 120 páginas que ocupa.
"La montaña de la estrella" (1899) de Valeri Y. Briúsov denota la influenciada de los futuristas franceses en un textos fantásticos que no dejan indiferente a nadie. Veintiséis capítulos que logran que el lector preste toda la atención y vea recompensado su interés con sorpresas que van apareciendo a medida que avanza la lectura. Hay momentos en que resulta tan evidente la descripción de espacios y personajes que, cerrando los ojos, es fácil de imaginarlos.
Del mismo autor es "La República de la Cruz del Sur" (1905) en la que a modo de crónica periodística nos relata un estado atacado por una epidemia de locura. Un relato bien trazado y que, cambiando los enfermos por zombies, estaría ahora muy en boga.
Por último "El misterio de las paredes" (1906) de Serguéi R. Mintslov, de apenas veinte páginas, fresco y lleno de ingenio, no solo nos hace creíble lo narrado, sino que parece hacernos partícipes de cada una de las escuchas producidas.

jueves, 14 de marzo de 2013

SI AMAESTRAS UNA CABRA, LLEVAS MUCHO ADELANTADO. José Luis Cuerda



Para qué negarlo, José Luis Cuerda es uno de esos personajes a los que les tengo cierto cariño. Cariño y admiración. No sabría muy bien explicar porqué, apenas le conozco y nunca, por desgracia, lo he tenido delante para entablar una conversación. Puede que me llevase un chasco, pero casi estoy seguro de que tendríamos una charla la mar de entretenida.
De él destacaría el "humor absurdo" de algunas de sus películas. El bosque Animado, Amanece que no es poco y Así en el cielo como en la tierra, son títulos que no solo no me cansan, sino que de vez en cuando vuelvo a ver para desengrasarme. Sí, tiene otro cine, y seguro que con más seguidores que este, pero son, desde el inicio de cada una de ellas, un refugio en el que estoy deseando esconderme.
Y claro, como no podía ser de otra manera, un libro escrito por José Luis Cuerda y con un título tan sugerente, no podía pasar inadvertido.
Aunque, por qué no decirlo, para entenderlo lo mejor es leer la introducción y comprobar qué significado tiene para el autor.
Lo que sí puedo asegurar es que van a esbozar más de una sonrisa, que muchos de los pensamiento reflejados le harán cavilar, estén o no de acuerdo. Pues hay ingenio, pensamiento, observación y análisis de muchas cosas que a todos seguro que nos son cercanas, pero a las que les da un visión personal.
Es posible que muchos no vean mérito alguno en hacerlo, somos muy dados a decir que las cosas son muy fáciles, sobre todo cuando las han hecho otros, y que seguro que el nombre y apellido de quién lo ha hecho pesase, y mucho, a la hora de editarlo, pero alguien tiene que hacerlo, y en esta ocasión ha sido José Luis Cuerda.
Ingenioso, divertido, ocurrente, incluso irreverente. Un libro para tener cerca y disfrutar a pequeños sorbos. Por cierto, los dibujos también son del propio Cuerda. Y si se acercan a una librería, que deberían, denle la vuelta al libro y observen la contraportada...

miércoles, 13 de marzo de 2013

EL CRIMEN DEL SOLDADO. Erri De Luca



No recuerdo cuál fue el primer libro de Erri De Luca que cayó en mis manos, ni siquiera cuántos tengo apuntados como de obligatoria lectura. Pero lo que sí tengo claro es que es uno de los narradores más destacados del panorama literario europeo y que cada libro nuevo que aparece es perseguido por esa legión importante de seguidores fieles que crece día a día.
No sabría decir qué es lo más destacable de su literatura: los temas, que siempre parecen prometer algo diferente, la brevedad de los libros, algo de agradecer en estos tiempos en los que a muchos lectores parecen sobrarnos siempre una centena de páginas en muchos de los libros que leemos (en el cine tenemos la misma sensación, como si quitando 60 minutos la película ganara en interés), parece existir un rellleno prescindible para nosotros pero no para los autores ¿o es cosa de las editoriales? Con su forma de narrar, por lo general con Erri de Luca nos pasa que casi es secundario lo que nos cuenta, siendo lo más importante, lo verdaderamente imprescindible, cómo nos lo cuenta.
En esta ocasión lo mejor del libro son las diversas voces que lo componen, voces que engrandecen las distintas historias que confluyen en apenas una decena de páginas. Retazos de vida, de experiencias vitales, de amores y, por encima de todo, de horrores.
Estamos ante un libro corto, casi un relato, pero que invita al lector a volver a la primera página una vez acabada la última en busca de esa frase, ese mensaje, ese reflejo de dos historias que confluyen. Una narrativa tan ágil como precisa, que no necesita ningún tipo de preámbulo, ningún dibujo ilustrativo para meternos en las historias que cabalgan, casi salvajes, entre las páginas del libro. Un perfecto disfrute para el lector que, de nuevo, queda hipnotizado ante la prosa de Erri De Luca.

martes, 12 de marzo de 2013

LOS PÁJAROS DE AUSCHWITZ. Arno Surminski



Debo reconocer que hubo un tiempo en que cualquier episodio de la II Guerra Mundial me llamaba tanto la atención que era capaz de dejar lo que estaba leyendo para dedicar todos mis esfuerzos a dicha lectura. Batallas, memorias, novelas y biografías me suponían una fuente inagotable de entretenimiento y, por qué no, de continuo aprendizaje. No recuerdo bien cuando el interés decayó, creo recordar que fue motivado más por algún tipo de moda que por pérdida de atractivo.
Pero como siempre hay algunos libros que llaman la atención sin saber porqué, cogí Los pájaros de Auschwitz casi con el convencimiento de que iba a ser una buena lectura. Eso sí, temía que la alegoría de pájaros y campo de concentración tuviese algo que ver con el libro y la atracción se convirtiese en rechazo.
Y no, no existe ninguna segunda intención en el título, ni esconde este algún tipo de mensaje oculto. Simplemente estamos ante una novela basada en un hecho concreto y real. Con un personaje y un acontecimiento que sucedió en el campo de concentración que da nombre al libro, un ornitólogo y un trabajo: "Observaciones sobre la fauna ornitológica de Auschwitz".
El autor tiene el detalle de cambiar el nombre de los protagonistas, de Niethammer y Grebackis por Marek y Grote, para construir un relato sólido en el que lo que sucede en el campo de concentración ocupa un segundo plano. 
Una historia periférica que mediante dos personajes principales logra situarnos, como lectores, al filo de una navaja, pues hay momentos en los que lograremos olvidarnos de la situación real de estos y los demás habitantes del campo, para sumergirnos de repente en la dureza de la realidad (aunque ambas sean realidades) en un lugar donde no a nadie se le esconde lo que sucede. 
Junto a gorriones, garzas reales, petirrojos, ruiseñores y pinzones, encontramos barracones, alambradas,  la horca y los hornos crematorios. La crueldad y el horror están ahí, no se despegan, pero se usan de manera periférica, casi de forma sutil. Arno Suminski crea una narración distante, en la que los dos protagonistas, aunque manteniendo la distancia, parecen ajenos a lo que sucede. Por suerte el escritor no cae en falsa sensiblería e impide cierta camaradería que haría perder crédito a la propia historia.
Una novela de muy diversas lecturas, inquietante para el lector del siglo XXI  que no puede evitar ver más allá de lo que cuenta el libro, imágenes sobrecogedores que no están entre sus páginas. Desasosiego al percibir que se da importancia a unas cosas, siempre los pájaros, y a otras no...

lunes, 11 de marzo de 2013

OJOS QUE NO VEN. José A. González Sainz



Lo que más llama la atención de este libro es la meticulosidad en el uso del lenguaje, un lenguaje que no duda en acercarse al mundo que está describiendo, que busca la naturalidad antes que la pedantería, que pretende, únicamente, que el lector recorra los mismos pasos y espacios que los protagonistas; un lenguaje que evoluciona según lo hacen los distintos mundos que se describen, que trata de matizar los colores hasta el extremo, evitando que se pueda observar brochazo alguno.
González Sainz no se conforma con construir una historia, sino que crea a sus protagonistas porque cree en ellos, en la importancia de su trayectoria vital. Y además hace partícipe al lector, sabe que es este quien debe terminar  la historia, de dar importancia a los tipos que él describe, da lo mismo sus nombres, que se llamen Felipe, cualquiera de los Felipes, o Juan José o Asun, cada uno tiene su vida propia, como entresacada de las demás; claro que hay instantes en que estas vidas convergen, en que comparten un mismo universo, pero son los menos, porque cada cual, cada tipo, va evolucionando de manera distinta, a veces incluso retomando el inicio, recuperando el aire de nuevo. Y el lector lo sabe, es consciente desde el primer momento, y acompaña a cada uno de ellos de manera individual, porque no puede ser de otra manera, porque debe, y quiere, participar del juego que el autor pretende, descubrir a cada momento quien maneja la historia, o al menos, el hilo de la historia principal.
Y es que son estos tipos y la manera de narrar quien hace secundario el tema tratado, que resta importancia al contenido de la historia, aunque ésta se mantenga por si misma, que sea capaz de no necesitar nada más para llegar a lector de manera convincente y que incluso para muchos esto sea lo importante. Pero es que estamos ante una lección de narrativa, de narrativa con mayúsculas, pues desde el primer momento, esa página 13 en la que comienza la historia, Ojos que no ven se convierte en una fuente inagotable de perfecta literatura para el amante de la lectura. González Sainz sabe, como nadie, construir una historia, “engatusar” al lector (dicho sea de paso como alabanza), pues una vez que este comienza a leer le subyuga de tal manera que el texto avanza sin pausa, con delicadeza, no queriendo perder detalle alguno y prestando atención a cada palabra y cada signo de puntuación.
Pues merece también la pena hablar de los signos de puntuación, la destreza del autor a la hora de ubicarlos en los párrafos, incluso de hacer de estos una de las características principales de su narrativa. El autor logra que las frases se alarguen, se eternicen, lo que no significa que se hagan insufribles, al contrario, nos hemos acostumbrado tanto a las frases cortas, sencillas, que casi sentimos pavor hacia aquellas que tengan algo más que un sujeto, un verbo y un predicado. Y sin embargo encontramos en su prosa frases complejas que no se hacen eternas, ni siquiera aquellas que ocupan más de una docena de líneas, y que nos permiten acompasar la lectura, obligándonos  a seguir con ella, a disfrutar de todo, de los sustantivos, los verbos, los adjetivos, los adverbios, los signos de puntuación... todo se hace necesario, hasta tal punto que en cuanto se llega a la última página, la 154, hay como una tentación (que conste que no soy el único que lo ha sentido) a volver a aquella página 13 inicial. No sé si por comprobar que lo sucedido es real, dentro de la historia novelada, o simplemente por volver a disfrutar de la lectura.
Es cierto, no voy a negarlo ahora, que acabo de decir que la historia es secundaria. Secundaria por el trato que González Sainz ofrece a la literatura, por supuesto, pero está muy claro que el autor domina sobremanera el arte narrativo y construye una novela que, a pesar de su tamaño, se puede definir como grande. Con ello está claro que va emparejada una historia consistente, bien contada, creíble, que hace partícipe al lector, incluso sobrecogedora en muchas ocasiones; hasta tal punto que resulta inevitable no tomar partido, no fruncir el ceño, apretar los dientes y sucumbir ante el destino de los protagonistas. González Sainz es tan consciente que parece suavizarnos la historia hasta la página 30 en la que ya no hay vuelta atrás y los personajes entran en una espiral que deja sin respiración, que parece ahogar al lector, que siente la presión ajena como si fuese propia. Sin embargo hay una atracción casi enfermiza, no tanto por continuar la historia sino, como decía al principio, por seguir con la lectura, por no dejar el libro a pesar de que este parezca quemar.
La perfecta construcción de la historia, y del libro, es tal que en la página 81 nos dará tregua, una tregua en la que, a pesar de estar presentes todavía los acontecimientos anteriores, nos permitirá tomar aire y esperar con expectativa qué es lo que va a suceder a continuación.

domingo, 10 de marzo de 2013

LAS POSEÍDAS. Betina González



No sé exactamente cómo decirlo, pero un premio que tenga como miembros del jurado a Juan Marsé, Almudena Grandes, Fernando Aramburu, Juan Gabriel Vásquez y Beatriz de Moura, no solo me merece el mejor de los respetos, sino que me incita, y mucho, a leer qué es lo que ha llamado la atención de estos escritores.
Así que por fuerza la lectura de Las poseídas corría el peligro de generar demasiadas expectativas y  convertirse en un libro tedioso que hiciese que en mi cabeza volviese a parecer la machacona frase de "no escarmientas".
Es cierto que en la primera página suenan las alarmas al comprobar en los diálogos (no me había molestado en leer la contraportada, cosa que aconsejo para evitar construir malentendidos) que las protagonistas hablaban el castellano usado en Argentina. Que nadie me malinterprete, no tengo nada en contra de ello, al contrario, me parece mucho más musical y sonoro que el usado en buena parte de la Península, pero estarán conmigo que si es difícil a veces seguirlo de oído (pónganse a ver la película "El secreto de sus ojos" y comprobarán lo que cuesta adaptarse), mucho más lo es al leer, sobre todo porque nuestra cabeza se despista al comprobar que las tildes están en otro sitio.
Pero todo ello se disipa una vez culminado el primer diálogo, el segundo no llega hasta la página 54 y ya estamos metidos en situación, y comienza la descripción, en primera persona de la protagonista:  López.
No existen en nuestro idioma muchas novelas actuales para adultos que hablen de adolescentes, como si el pasar dicha etapa de la vida nos hubiese inmunizado para siempre. Es cierto que en algunas los protagonistas sí lo son en algún momento, pero no toda la novela. Las poseídas es una novela de adolescentes, una novela de iniciación, incluso de rebeldía.
Las jóvenes protagonistas, que lo son y basta echar un vistazo a la portada para comprobarlo, dibujan su incorformismo de diversas maneras, y aunque su actitud desafiante y el despertar sexual parecen dirigir la novela, será  el comprobar el horror de la dictadura que ellos no vivieron el  verdadero punto de partida de su pérdida de inocencia. Ni siquiera el hablar de un colegio católico femenino de la década de los ochenta en Argentina difumina el shock que parece azotar a toda una generación.
Con una escritura envolvente y original, la autora no solo pone de manifiesto el dominio de la narración, sino que es capaz de escribir una historia que absorbe a todo tipo de lectores. Es, además, una perfecta combinación de géneros, con  una prosa limpia y clara, incluso cuando son las propias adolescentes las que hablan.
Una historia realista, con los peligros que ello conlleva, construida de manera notable y de la que parece no puedas despegarte, pues  las protagonistas y los hechos narrados atrapan de igual manera.
Por cierto, el premio otorgado por el jurado mencionado al principio es el Tusquets de Novela.

sábado, 9 de marzo de 2013

XI PREMIO DE LA CRÍTICA DE CASTILLA Y LEÓN. EL RÍO DEL EDÉN, José María Merino



El XI Premio de la Crítica de Castilla y León que organiza el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua se ha fallado hoy en Ávila y ha recaído en la obra El río del Edén de José María Merino.

Al premio han optado diez obras finalistas de la comunidad entre las que se encontraban siete libros de narrativa, dos de poesía y una de teatro. Dichas obras son seleccionadas por los miembros del jurado del Instituto, entre los que nos encontramos críticos literarios y profesores universitarios.
Las obras finalistas de narrativa eran las siguientes: Morir bajo dos banderas, de Alejandro M. Gallo, un homenaje a los soldados republicanos que perdieron la guerra y se alistaron en la Legión Extranjera francesa para luchar contra el nazismo y que nos ofrece a partes iguales el clima bélico y los sentimientos personales de sus protagonistas; Qué escribes, Pamela, de Enriqueta Antolín, un juego literario que nos muestra a todos los miembros de una familia en crisis mediante un juego de alusiones subyugante; Jesús Ferrero aporta El hijo de Brian Jones, la búsqueda vital de un hijo hacia su padre, el que fuera fundador de los Rolling Stones, una narrativa de gran fuerza que hace partícipe al lector de todos los acontecimientos; Me hallará la muerte, de Juan Manuel de Prada, cuya crítica podéis encontrar en este blog; Boa Morte, del soriano Julio izquierdo, una serie de relatos que nos sitúan en un espacio rural reconocible, pero sin recurrir a los tópicos que han acompañado la literatura castellana de los últimos sesenta años, pues aquí hay señas que se identifican con el paso del tiempo y el propio siglo XXI; Y que se duerma el mar, de Gustavo Martín Garzo, una novela de gran lirismo que vuelve a acercarnos a los personajes de los evangelios, en concreto a la Virgen María; y el título de José María Merino, El río del Edén.
Canción errónea, de Antonio Gamoneda y Figuras de la fábula de Luis Javier Moreno son los dos títulos de poesía. Y completa las diez obras la obra de teatro de José Luis Alonso de Santos Los conserjes de San Felipe.

La obra ganadora, tras larga deliberación de todos los miembros del jurado, ha sido la mencionada El río del Edén, una obra espléndida que nos ofrece al mejor Merino, un escritor que siempre logra que parezca fácil lo difícil. Con un lenguaje sencillo y preciso que logra situar al lector en el ambiente en el que se mueven los personajes, Daniel y su hijo Silvio.
 El autor domina como nadie el propio ritmo narrativo, consiguiendo que la obra vaya in crescendo desde la primera página.
De grandes valores humanos, el hijo del protagonista tiene Síndrome de Down, se aleja completamente de todos los tópicos y nos regala una historia de gran profundidad Psicológica.
De nuevo encontramos en la obra de José María Merino la presencia de la naturaleza, esta vez enclavada en  el Alto tajo, en un paraje idílico. Hay que tener presente que estamos ante uno de los más destacados dominadores de la fusión del lenguaje en la naturaleza, el río como símbolo de vida y transcurrir del tiempo.
Mantiene un simbolismo marcado a lo largo de toda la narración haciéndola muy polisémica, ya que permite que todo tipo de lectores accedan a ella sin complejo y penetrando de inmediato en la historia.
Es también destacable la ausencia de un elemento clave que dirigiese el libro, aunque se oculta el impacto de un amor perdido, todo cobra vida a medida que se va fraguando la propia historia de los protagonistas.

jueves, 7 de marzo de 2013

LA BRISCA DE CINCO. Marco Malvaldi



Tengo que reconocerlo y entonar mi mea culpa; después de despotricar toda mi vida por las fajas que las editoriales ponen en los libros y que, en demasiadas ocasiones, impiden que los lectores veamos la portada del libro, pues gracias a ésta (eso sí, sobre la firma de Alicia Giménez Bartlett) este libro llamó mi atención según salía de la caja. Mucho antes de recibir noticias sobre él, de colocarlo en una de las mesas expositoras, en mi cabeza seguían retumbando las palabras de la escritora antes mencionada: "Deliciosa comedia de costumbres con cadáver al fondo. Muy, muy divertida. Un autor por descubrir."
Así que esperé con nervios a que llegara la noche para sumergirme en sus 174 páginas y descubrir si al menos algo de lo que decía la escritora albaceteña era verdad. Qué decir tiene que no abandoné el libro ni para tomarme un café, no necesité ningún tipo de estimulante para aguantar la lectura, al contrario, me mantuve en vigilia totalmente entregado a ella.
Y sí, lo que decía la faja era verdad, pues la novela es deliciosa, para saborear casi con gula (en una segunda lectura un año después sigue estando muy, pero que muy sabrosa y divertida). Casi me atrevería a decir que si alguien la lee y no entorna más de una sonrisa, debería hacérselo mirar, Pues Marco Malvaldi ha construido un perfecto escenario en la costa de Livorno y unos personajes familiares y hasta reconocibles: cuatro abuelos y un camarero que logran hacer las delicias del lector.
Sencilla y cercana, se aleja totalmente del género de novela de intriga al que estamos acostumbrados últimamente. No tanto porque quien investiga no es ni detective, ni policía, ni nada que se le parezca, es un simple camarero apoyado por un grupo de cuatro ancianos, encabezado por su abuelo, sino porque se aleja de las historias enrevesadas y exageradamente largas. La brisca de cinco posee una medida justa, ni le falta ni le sobra nada, incluso es capaz de jugar con referencias literarias y dejar impronta del manejo perfecto de la situación.
Una magnifica combinación de comedia de costumbres y de novela negra que hace pasar un buen rato y dejar un sabor de boca casi entrañable.

miércoles, 6 de marzo de 2013

PURGA. Sofi Oksanen




Hay historias que enamoran, historias que entretienen e historias que duelen. Purga es una de estas últimas, una novela que muestra el dolor, el miedo, el rencor, pero también la fuerza y la lucha del ser humano, más en concreto de las mujeres de este libro. Porque son dos mujeres las protagonistas, Zara, rusa de poco más de veinte años, y Aliide, estonia por la que han pasado decenas y decenas de inviernos.
Gracias a estas dos mujeres, y los dramas que encierran, nos sumergimos en la propia historia de la Europa del Este, en especial de Estonia. Por medio de breves capítulos la autora nos irá alternando la historia del presente y el pasado de una región donde las mujeres han sido, y siguen siendo, las grandes derrotadas.
Aún así, Zara y Aliide son dos supervivientes, se aferran a una esperanza que les mantiene vivas y alertas. A través de ellas, de sus diálogos, de sus encuentros y desencuentros logramos que todos nuestros sentidos se activen: vemos la luz a través de las rendijas, oímos los gritos, olemos a cebolla...
Purga atrapa y te hace partícipe de cada uno de los movimientos de las protagonistas, compartes sus palabras y su memoria. Te quedas sin respiración y tratas de esconderte cerrando el libro, pero tras unos segundos hay algo que te incita a volver a abrirlo, a seguir en la escena y empaparte de lo que cuentas ambas mujeres. De lo que dicen, y de lo que callan, pues Sofi Oksanen logra transmitirte aquellas cosas que no se dicen, que seas capaz de rellenar tú mismo los silencios y los vacíos.
Una novela sobrecogedora e impactante, que te deja sin aliento, pero que a la vez te engancha de tal manera que no puedes evitar seguir leyendo con avidez. Y que además tiene tantas lecturas como personas acceden a ella (lo he podido comprobar en el Club de Lectura que coordino).
 No resultan  extraños los galardones obtenidos: Premio de Literatura del Consejo Nórdico, Premio Femina de literatura extranjera en Francia y Premio a la Mejor Novela Europea del Año 2010.

martes, 5 de marzo de 2013

EL DÍA QUE SAÍDA LLEGÓ. Susana Gómez Redondo



Que mejor forma de pasar una tarde de lluvia que leer un libro en familia. Y que mejor forma de hacerlo que con uno infantil, un libro del que todos pueden disfrutar. Aquí tenemos una joya para los sentidos que nos demuestra que a cualquier edad podemos deleitarnos y aprender con los libros dedicados a los más pequeños.
Susana Gómez nos regala un texto lleno de tolerancia, amistad y pluralidad, un libro rebosante de ternura en el que cada palabra nos acerca más y más a la bondad que los niños atesoran como nadie.
Por si fuera poco, los dibujos de Sonja Wimmer engrandecen el texto de tal manera que una vez abierto el libro se hacen inseparables. Porque ambas nos cuentan la misma historia y la hacen real. Para los más pequeños porque las imágenes y las letras, sean en el idioma que sean, les muestran un universo propio del que son capaces de construir planetas nuevos y para los mayores porque nos permite desarrollar una parte de nuestros sentidos que, con demasiada frecuencia, se mantiene en un estado de hibernación.
Susana ha creado un cuento maravilloso a raíz de un hecho que se ha dado con mucha frecuencia en nuestro país en los últimos años, la llegada de una niña marroquí. Una llegada que despierta interrogantes entre los más pequeños, el primero y más importante para ellos, el que no sepa hablar, "que se le habían perdido todas las palabras". Y aquí es cuando la sensibilidad, la ilusión y la amistad florecen para lograr el entendimiento y la perfecta relación.
Un cuento bello en todos los sentidos, que parece destinado a permanecer siempre abierto en cada casa en que esté. Un juego entre letras, palabras y significados que hará las delicias de los más pequeños mientras les ofrecerá el tesoro de la hospitalidad.


UNOS DÍAS PARA RECORDAR. Marie-Sabine Roger



Hay libros que caen en tus manos sin saber porqué. Algo así me pasó con Unos días para recordar. La portada del libro no tiene nada que me resulte atractiva, nadie me había hablado de él, desconocía casi todo se su autora (rebuscando he descubierto que escribió también Tardes con Margueritte) y, por si fuera poco, la molesta faja que los editores siguen empeñados en colocar, me impedía  leer que había sido "Premio de los lectores de L'Express". Pero el caso es que llegó a mis manos y apenas había leído dos párrafos sabía que me iba a gustar.
De manera sencilla el narrador, que no es otro que Jean-Pierre Fabre, el protagonista, nos introduce en un mundo propio en el que los personajes se van despejando a medida que son recordados o vividos. Pasado y presente se dan la mano para dibujarnos la figura de un personaje que llega a ser entrañable e incluso tierno, a pesar de que en él parecen existir todos los síntomas de ese vecino cascarrabias y malhumorado que apenas sí se habla con más de una persona.
Será la manera de expresarse de Jean-Pierre, la forma de describirnos cada uno de esos pequeños retazos en que subdivide el libro (sin necesidad de enumeración sofocante), lo que confiere al libro una característica peculiar, un humor que parece no serlo.
Puede que el secreto radique en que la escritora parece no tener nada que demostrar, que no hay necesidad de recurrir a giros complejos, a explicaciones enrevesadas. Lo que sucede y ha sucedido es muy fácil de entender porque sencillas son las explicaciones.
Una lectura agradable, satisfactoria, que logra en bastantes pasajes que una sonrisa se dibuje en tu cara, con momentos memorables que no puedes evitar relatar, o leer, a quien tienes a tu lado. Por si todo esto fuese poco, muchos de los sucesos cobran vida delante de nosotros, permitiendo imaginar no solo la escena, sino también todas aquellas personas que aparecen. Posee, además, una cualidad que solo logran los grandes escritores, hacer creer que la escritura es sencilla; lo logra expresando todo con muy pocas palabras, las justas y nada más.
Una verdadera delicia y que debería recomendarse casi a escondidas, pues es mejor no explicar de qué va,  pues por mucho que se adorne, difícilmente resultaría atractiva.

domingo, 3 de marzo de 2013

¡UN MES CON LIBRERO DE LIBROS!


Hoy no voy a hablaros de ningún libro, os voy a dar un respiro  porque tengo algo más importante que hacer: daros las gracias, así que GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS.

Muchas porque desde el principio todo han sido ánimos, gracias por vuestros correos, gracias por vuestros comentarios, gracias por vuestros consejos, gracias por leer, gracias por decirme qué leéis;  gracias a todos los que estáis ahí. Me gustaría enviar una entrada como esta persona por persona,  pero como no puedo llegar a todos lo hago desde aquí.
Seguiré leyendo y comentando, dando mi opinión sobre nuevas y viejas lecturas, atento a vuestros comentarios, a las opiniones sobre aquello que estáis leyendo y a mi se me ha pasado inadvertido.
Y no lo dudéis ni un instante, este es un espacio para vosotros, pero no solo para recibir información, sino también para darla. Se publican tantos libros que es imposible leer siquiera un número significativo de ellos, así que entre todos podemos formar una gran y diversa biblioteca.
Hasta el mes que viene, amigos lectores. 
Y no olvidéis las palabras de Cervantes: "Quien lee mucho y viaja mucho, conoce mucho y vive mucho".

viernes, 1 de marzo de 2013

CAMPODELAGUA. Avelino Hernández


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En estos tiempos de recortes, ajustes y limitaciones siempre es una buena noticia la aparición de emprendedores, de hombres y mujeres arriesgados a los que la pasión le lleva a acometer empresas que para otros son inexplicables. Y si encima dichos esfuerzos van encaminados hacia el mundo de la cultura, aún son vistos de manera más extraña.
Algo así ocurre en el mundo del libro, que pese a lo que muchos piensan existe fuera de las grandes empresas editoriales, y existe gracias al enorme esfuerzo de quienes pretenden siga siendo el vehículo de comunicación perfecto. Ediciones y reediciones que persiguen, nada más y nada menos, que el resto de las personas descubran lo mismo o parte de lo que han encontrado ellos.
Es el caso de Nuevos Rumbos, una pequeña editorial familiar, que aborda, en esta ocasión uno de los libros agotados desde hace muchos años de Avelino Hernández CAMPODELAGUA.
Un libro que nos sumerge en un universo mítico a la altura, pese a las pegas que puedan poner ciertos iluminados literarios, de Macondo o Celama. Un universo que subyuga de tal manera que cada palabra, cada párrafo, cada página conforman una experiencia única. Logrando mezclar, como solo logran hacerlo los grandes escritores castellanos, belleza y drama en la misma línea y mostrando, a medida que pasan las páginas, la belleza del lenguaje castellano hoy tan minusvalorado.
Y es que la prosa de Avelino logra, en esta narración (y pese a que en él dejase Campodelagua un regusto amargo), saltar las barreras castellanas para dibujar un entorno reconocible en todos los espacios, marcando lo que luego será esa prosa impactante, adulta y fabulosa en títulos como “Una casa en la orilla de un río”, “Los hijos de Jonás” y “La señora Lubomisrka regresa a Polonia”.
Será el segundo de dichos títulos “Los hijos de Jonás” una recuperación perfecta, más que una continuación, de Campodelagua, compartiendo personajes, escenarios e incluso escenas, en ese afán del autor de Valdegeña de completar aquello que dejó sin rematar.
En esta edición, además de un diseño y gusto exquisito del propio libro,  ambas obras se complementan para que el lector obtenga el máximo de perspectiva y se haga partícipe del mundo que crea Avelino. 

         Lo publiqué en Heraldo de Soria el 19 de Julio de 2012, coincidiendo con  su      presentación.